Y si en realidad fuéramos tontos
Hay sobrados experimentos científicos en los que a un grupo de niños rematadamente torpes se les hace creer que son los mejores del centro al igual que a sus profesores, mientras que a otro grupo de alumnos brillantes se les convence de lo contrario y se advierte a sus maestros que les ha tocado lo peor de cada casa. Al cabo de un corto período de tiempo los torpes resultaron brillantes y los excelentes pasaron a engrosar el ejército de los maulas. Lo que corrobora la teoría de que cuando a una persona se le fomentan sus fortalezas y se le otorga confianza acaba triunfando y viceversa, todo ello reforzado por la creencia de los profesores respecto a los pupilos que se les asigna.
Esta contundente teoría ratificada empíricamente me lleva a la convicción de que nuestros políticos, dirigentes, algunos periodistas y miembros de los partidos políticos de gobiernos y oposiciones todos, aquí no hay ninguno que se salve, aplican a rajatabla esta tesis. Hazles creer a los ciudadanos, día tras día, que son tontos y acabarán, no sólo creyéndoselo a pie juntillas, sino actuando como lerdos de remate. Como ya se sabe que convencer de cualquier memez por disparatada que sea resulta mucho más fácil a quien tiene atiborrado su cerebro de serrín que a quien procura estimular cada día sus neuronas pues ancha es Castilla.
No se explica de otro modo que sea del todo imposible oír o leer declaración política alguna, larga o corta, solemne o espontánea, venida a cuento o extemporánea, que no esté plagada de incienso para quien la emite y sus correligionarios al tiempo que atiborrada de improperios y boñiga para los oponentes. Quiero suponer que cualquier político fue antes que nada persona común, pueblo, como nos llaman ellos con boca muy abierta, y padeció la vergüenza propia y ajena de sentirse tratado como analfabeto integral por quienes hoy comparten parlamento, gobierno o concejo.
Los que soportaron frío y tiniebla en las trincheras de la oposición lanzando dardos envenados a cualquier iniciativa de los que gobernaban, mimetizan las formas y los fondos de estos en cuanto tocan poder mientras que los que abandonan la moqueta y vuelven al duro invierno disparan idénticos ataques impíos a los que les suceden. Todo lo malo que aparece por el horizonte es herencia recibida mientras lo bueno, aunque proceda muy de atrás, es gracias a la gestión que comenzó ayer.
Me sonroja la alta audiencia que tienen esos programas-contenedor de basura orgánica que emiten algunas cadenas pero, en ocasiones, me pregunto si no se estarán nutriendo del empacho de bazofia y desvergüenza con que nos ceban los informativos en su sección de política nacional o local. En realidad, me pregunto si entre unos y otros no nos estarán volviendo tontos de remate.
Artículo emitido hoy por Onda Cero Marbella.